miércoles, 14 de noviembre de 2007

7 de la tarde, en mi calle un pequeño auto descapotable y de juguete pero a tamaño real, color turquesa . El conductor era algún amigo. En la u del frente algo como un acto o similar. Una fiesta en mi casa, Jorge y Seba. Y otros varios. Nos íbamos a carretear a la montaña y todos subíamos al auto. Éste se movía con el peso.
Al llegar a mi casa, estaba con Jorge y Seba y nos acostábamos los 3 en la cama de mis papás, yo abrazando a Jorge y el Seba abrazándome.
Mis padres llegaban y nos descubrían así.
Tremendo reto.
Sermón de padre, réplicas blandas de mi parte.
Incluso algo de mi ateísmo.
En fin...

jueves, 8 de noviembre de 2007

En Playa Pelícanos la arena es roja. Muy roja. La playa o mejor dicho sus dunas son extensas, casi como si estuvieras en otro planeta. Incluso la luz cambia de color, todo es color de arena.
Al atardecer me gusta ir a dormir allí, rodeada de diminutas partículas particulares.
Creo que elegí un no muy buen momento para hacerlo, se nota que la arena está enojada y me quiere tragar.
Si, siento miedo... pero ¿que debo hacer?
Simplemente uno no se puede oponer a la inmensidad de la arena. Hay que pensar que es hija de las rocas, que son muy testarudas.
Mientras me hundo veo las dunas, esas hermosas estructuras naturales que me cautivan día a día. Están de un color rojo estupendo, son majestuosas. Altas y macisas, como si nada las pudiera botar ni destruir. Y la sombra de una sobre otra es sobrecojedora. Se me ocurre que en ese lugar debe hacer frío. Pero casi no corre viento.
El mar casi no se ve, o por lo menos, no logro verlo, ya casi no veo nada.
Es genial... siento una tibia aspereza que me rodea rápido.

domingo, 4 de noviembre de 2007

Sangre y más sangre...

(Hace tiempo que no tenía sueños así)

En una fábrica abandonada y en pésimo estado, un grupo de jóvenes estúpidos (los típicos personajes de pelis de terror) se perdían. Luego de diversas situaciones peculiares, se daban cuenta que estaban a merced de un psicopatacomehuesoshumanos. En fin... en algún momento (yo presenciaba esto como una peli, lo raro es que si veo sangre me escondo debajo de la cama... pero aún así lo soñé) llegaban a un túnel oscuro, con su buena gotera tin tin tin tin, húmedo y en penumbra. Pero el túnel estaba dividido por una pared de sangre, líquida... de algún modo se mantenía allí. El personaje principal sabía que del otro lado, estaban algunos de sus compañeros. El que lo acompañaba le decía que no cruzara, que era muy peligroso. A todo esto, en una pared había una cabina en donde estaba sentado un negro y creo que no podía salir de allí. Pero también trataba de ayudar. En fin, finalmente el héroe cruzaba la húmeda pared y descubría al otro lado cabezas, cuerpos mutilados y desnudos. Una de las cabezas tenía un gancho como los de pescar enterrado en la boca y la punta salía por un ojo. Y así miles de cosas macabras. Tripas, sangre, sesos, sangre, etc etc. Volvía a cruzar asqueado la pared y al terminar de hacerlo, esta se venía abajo. Y lamentablemente, sus amigos que lo esperaban ya estaban muertos. En la cabina del negro se resbalaba su cerebro.
Casi al final de la peli, él con una chica que de alguna parte salió trataban de escapar de esta fábrica que se estaba desmoronando. Y se metían al ascensor. Pero alguien les detenía. Era el asesino psicopatacomehuesoshumanos. Lo mas raro de todo esto es que era Foreman.
Y pedía que lo rescataran también. Y los sobrevivientes aceptaban.
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En el patio había una gatita negra, muy bonita con relucientes ojos verdeamarillos. La Vero se acercaba a olfatearla, pero rápido corría hacia mi. La tomaba en brazos y cuando estaba lista para entrar a casa, mi papá me gritaba:
-Cata! como no te das cuenta, mira como está este pobre animal.
Y ahora me detenía a mirar. La gata por su lado izquierdo tenía una herida atroz. Era como si algo hubiese derretido su piel y dejado al aire su carne, huesos y músculos. Y tenía unas cosas blancas redondas también. Goteaba sangre. Pensaba que era una infección.
-Hay que matarla, sino seguirá sufriendo.
Y la pobre miraba sin entender nada. Y luego... venía el miedo, el miedo por la Vero y una posible infección, y el miedo también por mi padre, que acababa de tomar a la gata y veía como sus heridos dedos tocaban la herida y se mezclaban con su sangre.
-Papá ten cuidado, no te vayas a contagiar.
-No me va a pasar nada, no seas egoísta, ven y ayúdame a matarla.
La intranquilidad me invadía.