domingo, 4 de noviembre de 2007

Sangre y más sangre...

(Hace tiempo que no tenía sueños así)

En una fábrica abandonada y en pésimo estado, un grupo de jóvenes estúpidos (los típicos personajes de pelis de terror) se perdían. Luego de diversas situaciones peculiares, se daban cuenta que estaban a merced de un psicopatacomehuesoshumanos. En fin... en algún momento (yo presenciaba esto como una peli, lo raro es que si veo sangre me escondo debajo de la cama... pero aún así lo soñé) llegaban a un túnel oscuro, con su buena gotera tin tin tin tin, húmedo y en penumbra. Pero el túnel estaba dividido por una pared de sangre, líquida... de algún modo se mantenía allí. El personaje principal sabía que del otro lado, estaban algunos de sus compañeros. El que lo acompañaba le decía que no cruzara, que era muy peligroso. A todo esto, en una pared había una cabina en donde estaba sentado un negro y creo que no podía salir de allí. Pero también trataba de ayudar. En fin, finalmente el héroe cruzaba la húmeda pared y descubría al otro lado cabezas, cuerpos mutilados y desnudos. Una de las cabezas tenía un gancho como los de pescar enterrado en la boca y la punta salía por un ojo. Y así miles de cosas macabras. Tripas, sangre, sesos, sangre, etc etc. Volvía a cruzar asqueado la pared y al terminar de hacerlo, esta se venía abajo. Y lamentablemente, sus amigos que lo esperaban ya estaban muertos. En la cabina del negro se resbalaba su cerebro.
Casi al final de la peli, él con una chica que de alguna parte salió trataban de escapar de esta fábrica que se estaba desmoronando. Y se metían al ascensor. Pero alguien les detenía. Era el asesino psicopatacomehuesoshumanos. Lo mas raro de todo esto es que era Foreman.
Y pedía que lo rescataran también. Y los sobrevivientes aceptaban.
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En el patio había una gatita negra, muy bonita con relucientes ojos verdeamarillos. La Vero se acercaba a olfatearla, pero rápido corría hacia mi. La tomaba en brazos y cuando estaba lista para entrar a casa, mi papá me gritaba:
-Cata! como no te das cuenta, mira como está este pobre animal.
Y ahora me detenía a mirar. La gata por su lado izquierdo tenía una herida atroz. Era como si algo hubiese derretido su piel y dejado al aire su carne, huesos y músculos. Y tenía unas cosas blancas redondas también. Goteaba sangre. Pensaba que era una infección.
-Hay que matarla, sino seguirá sufriendo.
Y la pobre miraba sin entender nada. Y luego... venía el miedo, el miedo por la Vero y una posible infección, y el miedo también por mi padre, que acababa de tomar a la gata y veía como sus heridos dedos tocaban la herida y se mezclaban con su sangre.
-Papá ten cuidado, no te vayas a contagiar.
-No me va a pasar nada, no seas egoísta, ven y ayúdame a matarla.
La intranquilidad me invadía.

1 comentario:

Sebastian R. Díaz F. dijo...
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