martes, 25 de septiembre de 2007

Era una librería. Pequeña pero muy limpia. Ordenada no, porque ninguna librería lo es. El vendedor era joven, con anteojos y sabía lo que vendía. Los precios eran justos. Los libros en excelente estado. Y en particular me gustaba uno. De tapas verde.
Comenzábamos a charlar sobre él. Era un libro distinto. Se parecía a algo de Joyce, pero no era una copia descarada ni una imitación vergonzosa.
Era un libro distinto, con algo de corrientedelaconciencia.
Sabía que al comprarlo, algo podría suceder.
En un segundo, ya no estábamos en la librería, ahora conversábamos animadamente en lo que al parecer era mi sala de estar.
Hablábamos de autores, de libros fomes y lateros. De colores y sensaciones.
Y miraba en sus ojos profundos, detrás de sus anteojos...
Y recordaba...
hablan con los ojos, las miradas, nada importa alrededor
Tenía miedo, porque sus ojos me hablaban de amor

viernes, 21 de septiembre de 2007

Una araña chupona se había pegado a mi mejilla mientras dormía. Esta araña era sumamente venenosa, tanto así que al momento de picar, me mataría. Se alimentan de sangre, por lo tanto tenía que esperar a que ella sola se soltara.
Toro dormía en la habitación de al lado, y lo iba a buscar. Le mostraba la araña (que era bastante grande) y él decidía que despertáramos a mis padres.
Ellos decidían que debíamos esperar simplemente. La araña me tenía que soltar en algún momento. Si la forzábamos me picaría y eso me mataría.
Mi papá intentaba sacarla con fuego, pero yo me negaba. Según él las arañas al igual que las sanguijuelas se soltaban con calor... en fin, era mi vida la que estaba en juego.
Finalmente la araña se soltaba pero no me dejaba tranquila. Sentía como sus puntiagudas patas se clavaban en mi cuello y luego comenzaban a subir por mi nuca, entre el cabello. Y sentía como lo jalaba hacia los lados, le costaba subir por entre el enmarañado pelo. Sus patas me pinchaban y el sonido me estaba volviendo loca. Tlick tlack tlick tlack.
Finalmente se iba, y de recuerdo me dejaba un moretón rojizo en la mejilla.

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Trabajo en un edificio. Me desempeño en el piso 1. Los del piso 1 no nos juntamos con los del 2.3.4, etc. Tenemos ropas que nos distinguen. Mi trabajo es proyectar imágenes, como hologramas. Sólo hago eso.
No usamos las mismas puertas, ni los ascensores.
Pero un día decidí ir al piso 8 al finalizar el turno. Subí y me encontré con muchas mujeres y hombres que estaban cansados y eran literalmente conducidos a los vagones del tren que los llevaría a su hogar. Uno de los guardias me veía:
-"Señorita, ud. no debería estar aquí, esta no es su área."
-"No se preocupe, quiero tomar este tren porque me deja más cerca de casa"

Al entrar al feo vagón lo modifico a mi alrededor. Las ventanas ahora se ven limpias, y como si fuera un atardecer. El asiento mullido y de color café.
Y ellos me miran, sin entender mucho.
Y la verdad es que yo tampoco lo entiendo.

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Estoy entre muchas escaleras muy inclinadas, casi verticales. Hay diversos caminos y lo único que deseo es bajar. Y primero lo hago lentamente, peldaño por peldaño. Pero luego no, salto de 3 en 3 y es genial, porque mientras mas bajo más rápido voy, es como si la propia escalera me fuese incitando a bajar cada vez más rápido, como si me empujase.
Veo mis pies como saltan ágilmente.

jueves, 20 de septiembre de 2007

Estaba en el funeral de tu amado pololo. Y yo radiante te felicitaba por su muerte. Él era un estorbo para ti amiga. Y tú como siempre, sin tu maldita opinión aceptabas tranquila lo que te decía. Podía mirar tu pelo largo y rubio de cerca, siempre tan bonito, siempre tan bien cuidado.

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Un tipo con muletas era succionado por el metro. Y yo veía horrorizada esta imagen, sin poder hacer nada. La gente corría despavorida en el andén. Gritaban, graznaban, gruñían. El vagón estaba lleno de restos del inválido, de sangre del inválido, del olor del inválido. Podía recordar la expresión de miedo de su rostro. Podía volver a escuchar sus gritos y el sonido de su cuerpo desarmandose. Podía oir y ver y oler toda la grotesca escena una y otra vez.
No me quiero subir al metro... Y buscaba una salida.
Afuera todo rural. Como en el campo.
O tomaba el metro para llegar a mi casa, o lo tomaba.

jueves, 13 de septiembre de 2007

"ring-ring-ring-rign!"
-Ay! debe ser la Kathy... pucha y yo todavía no estoy lista.
Corro por la escalera, llego a la entrada y abro el portón.
"Kathy, como estay?"
"Bien y tu?? tay lista?"
"nu... dame un segundito"
Subo con ella, rápido. Llego a mi pieza antigua. Me miro al espejo. La imagen es de una chica alta, delgada, cabello corto desordenado, un polerón negro con un gorro fucsia, y jeans.
Tomo mi abrigo fucsia, muy acinturado, larguísimo y con un rosetón al frente. Cuello muy ochentero.
"No Cata, te ves mal..."
Ok... Sobre este me pongo mi otro abrigo blanco, idéntico al fucsia. Pero con un rosetón mas grande en la cintura.
Mi figura se ve recortada, es extremista la forma en que se marca mi cintura.
"listop, vamos?"
"bueeeno..."

martes, 11 de septiembre de 2007

Tus padres me invitaban a tu casa. Al parecer era muy amiga de ellos, obviamente de ti no. O sea... además de parecer un engendro, eres un imbécil.
Después de la cena, me andaba escondiendo, no quería verte. Si sentía que andabas cerca, me escabullía inmediatamente. Le tenía bastante cariño a tus padres como para hacer una escena contigo frente a ellos.
Pero en algún momento de la noche nos encontrábamos (lógico, es tu casa) y no era agradable. Te veía como realmente eres, horrible.
Y la verdad, me dabas asco, las nauseas no se quitarán con nada.

viernes, 7 de septiembre de 2007

Llegabas torito y me despertabas... Yo dormía flojamente mi siesta. Pero no quería despertar. Sentado a mi lado me acariciabas las piernas, me hablabas amorosamente. Querías que me despertara, pero luego de ver que yo no reaccionaba decidías dormir conmigo. Y era entonces cuando me daba cuenta que mi muela última y olvidada del lado izquierdo se rompía en micro pedazos. Metía la lengua al corazón de la muela, a su raíz sangrante y viscosa. Sentía los pedacitos de calcio como se clavaban en mi boca y sentía el sabor típico de la sangre. Y seguía jugando...

jueves, 6 de septiembre de 2007


Abrí los ojos y no vi nada. Todo oscuro... era de noche y estaba acostada y arropada en mi tibia cama. Pero lo extraño es que la cama se sacudía continuamente, y no era yo quien provocaba este movimiento. Después que mis pitis ojos se acostumbraban a la poca luz me daba cuenta que no era un terremoto como pensaba. Efectivamente era sólo la cama la que se movía. ¿Por qué? Ni idea.
Asustada me levanté y corrí a la pieza de mis papás, pero antes logré tomar el celu, supongo que por precaución.
Llegué y mis papás se despertaban, antes que dijeran cualquier cosa me metí entre ellos y me tapé con el plumón. En ese momento recibí un mensaje.
Un payaso muerto estaba enamorado de mi y venía a buscarme... Ok, molesta respondí con sólo una imagen, (él había mandado una imagen feísima de su rostro de payaso en blanco y negro, como con pose de galán) un toro.
En fin, luego de varios mensajes e imágenes, cansado el payasomuertoenamorado de mis negativas, aparecía en el arco de la puerta de la pieza de mis papás. Y movía bruscamente la cama.
¡Vete! No te quiero y jamás lo haré, yo amo a un Toro, no a un payaso, déjeme tranquila.
Y en un rápido zoom in, veía su rostro distorsionado en blanco y negro de payaso rechazado cruelmente.

lunes, 3 de septiembre de 2007

Te metías en una bolsa plástica Ofe, y yo trataba de sacarte. Y tenías alergia

domingo, 2 de septiembre de 2007

Te miraba, estabas nervioso Torito, sentado junto a mi en esa salagalpónabandonado, contestando un ensayo de sociales. Ya lo estaba terminando, pero a ti al parecer aún te faltaba un resto. El profe de humita y anteojos, cabello plateado miraba a los alumnos contestar.
Luego nos quitaba la prueba y la cambiaba por una más corta. Y me cambiaba de asiento, ahora estaba adelante y no junto a ti. Y realmente estaba muy nerviosa, incluso olvidaba como leer, pero eras tú ahora quien lo hacía a la perfección. Y yo no lo podía entender, si este ensayo era mucho más corto que el anterior, ¿por qué las últimas 3 preguntas no alcanzaba a contestar?...
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Alameda con Manuel Rodriguez, un edificio antiguo en la esquina.
Entraba y había una luz débil, las paredes color sangre y el piso musgo. La puerta de entrada estaba rodeada por azulejos azules.
Buscaba el número de tu apartamento. Tocaba. La puerta se abría.
Me recibías querida tía con los brazos abiertos. Tomaríamos café y comeríamos pastel.
Tu departamento recién comprado, muy grande y con una exquisita distribución. Demasiado oscuro para mi gusto, tenías las ventanas tapadas con cortinas grandes, gruesas y oscuras. Había un gato en un sofá, limpiándose.
Llegaba Ximena, mi prima y nos saludábamos.
Y hablabas cosas que yo no entendí o que quizás simplemente no quería entender...