viernes, 7 de septiembre de 2007

Llegabas torito y me despertabas... Yo dormía flojamente mi siesta. Pero no quería despertar. Sentado a mi lado me acariciabas las piernas, me hablabas amorosamente. Querías que me despertara, pero luego de ver que yo no reaccionaba decidías dormir conmigo. Y era entonces cuando me daba cuenta que mi muela última y olvidada del lado izquierdo se rompía en micro pedazos. Metía la lengua al corazón de la muela, a su raíz sangrante y viscosa. Sentía los pedacitos de calcio como se clavaban en mi boca y sentía el sabor típico de la sangre. Y seguía jugando...

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