jueves, 24 de enero de 2008

Madrugada del 22
En una especie de cementerio había muchas puertas, todas sucias y demasiado antiguas. Pero estas puertas no eran de muertos, sino de vivos. Daban a casas de gente común.
Si paso la mano por un vidrio sucio y saco el polvo podía ver el interior de una de estas casas. Que por cierto eran engañadoras, a pesar de estar las puertas muy pegadas por dentro eran amplias y no parecían contiguas.
La que miraba tenía un reloj de péndulo muy viejo que aun daba la hora. Y un repostero primorosamente decorado.
Pero todo estaba cubierto con polvo y telarañas.

Hoy.
Estaba encerrada en una burbuja inconsciente. Y creo que me tratabas de despertar pero no lo permitía.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Te amo sabías?? :)
Ya no tendrás porqué soñar esas cosas, pondré todo de mi parte para que no pase.