En mi pie, un zapato color vino de textura generosa como si fuera gamuza. Es un modelo como del siglo XVIII aunque no podría estar segura. Es pequeño, cómodo y tiene el calce perfecto. Tiene una pequeña y coqueta flor en cada lado exterior.
Estoy acostada en el piso, hay poca luz pero suficiente.
Mis piernas estan cubiertas con medias de seda y bordados en los costados también de color vino. Son suaves, delgadas casi imperceptibles.
Giro una pierna como el reloj, queda tendida sobre la otra. Luego mi cuerpo es el que gira. Y siento como mi vestido con los falsos suena y se arruga. Es algo pesado pero no me incomoda particularmente. Es de un color burdeos muy profundo y tiene pequeñas rositas que lo recogen a lo largo de la falda. Veo mis manos tocando el género, está frío y mis manos están blancas.
Sigo acostada, jugueteando con mi ropa y con mi cuerpo.
No me canso de girar...
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