martes, 17 de julio de 2007

Tenía $20 mil, y comenzaba a gastar esa plata sin pensar. Compraba cosas inútiles. Estaba en algún centro comercial. Y de pronto recordaba para que y porque tenía ese dinerillo. Tenía que pagar particularmente la consulta del médico. Y lo había olvidado! Que desesperante sensación de equívoco. Sabía que había metido las patas hasta el fondo.
¡Puta la wea!
¿Cómo iba al médico ahora, si no podía usar la isapre? Sin dinero no podía claramente.
Y empecé a devolver las cosas. Una por una. Creo que no me fue muy bien.

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Había un acantilado, con los restos de una ballena pétrea, solo la cola se apreciaba. Seguramente el resto se había perdido en el mar. Estaba parcialmente cubierta de agua.
El agua era hermosa, verdosa y transparente. No había peces. Y estábamos sobre el acantilado, escarpado y café. Comencé a descender y a caminar hacia otro lado. Hacia una casa. La cola de la ballena cada vez estaba menos visible, y el agua se ponía más brava.
Un hombre joven y oriental entraba en la casa, y todos le decían que no lo hiciera, que pronto la casa se inundaría. Bajaba al cuarto de los padres, blanco y sumergido. Estaba ahí dentro y quería ir al baño. si no entraba sabía que no saldría. Lograba llegar allí, aun contra la presión del agua sobre las puertas. Las ventanas estaban agrietándose pero el baño aun tenía unos centímetros de aire. Quería salir y se metía por una ventanilla. Salía a una especie de patio y comenzaba a nadar.

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Hoy nos juntaremos a las 14.00
Y cuando miraba el reloj, eran las 18.00
Me asustaba, estaba nerviosa. Sabía que cualquier excusa no me salvaría. Pucha, tenía tan presente llegar a la hora y no entendía como el tiempo corrió tan rápido. Si hace poco eran las 12.00
Maldición. Era tan urgente llegar y pedir disculpas. Te llamaba y no me contestabas. Obviamente estarías odiándome.
Te juro que no se que ocurrió.

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